lunes, 6 de septiembre de 2010

Una cuestión de formas

Cuántas veces expresamos lo que no queremos en lugar de lo que sí. O nos quejamos de lo que otra persona no hace en lugar de decirle lo que queremos que haga.

En la relación entre dos personas la comunicación es fundamental. Para que esa comunicación nos enriquezca es sano que se base en el diálogo y no sólo en las quejas y los reproches. Cuando protestamos frente a otra persona enumerando todo lo que no hace o no dice sólo estamos expresando nuestro disgusto. Esto puede servirnos como descarga. Pero si lo que buscamos es el acuerdo y el diálogo, un buen camino es enunciar lo que queremos.

Para esto es bueno estar en calma, saber qué es lo que queremos y plantearlo. No es lo mismo decir "¡Nunca riegas las plantas!"  con enfado y voz de queja profunda, que decir "Yo quiero que nos turnemos para regar las plantas". La segunda opción es mucho más difícil, porque implica mostrar honestamente los deseos y las necesidades, pero es la que nos permitirá dialogar y llegar a un acuerdo (o no).

La queja no nos expone, es más defensiva y no requiere ser honesto con lo que se busca. Plantear quiero tal cosa o necesito la otra puede costar más, especialmente si no nos resulta habitual. Además puede suceder que el interlocutor no quiera o no pueda satisfacer nuestros deseos. Puede contestarnos que no está de acuerdo con turnarse para regar las plantas o que no sabe cómo hacerlo o que no le interesa tener plantas si va a tener que regarlas. Entonces podremos sumergirnos en un diálogo sincero para encontrar una solución satisfactoria para ambas partes. Suponiendo que eso es lo que nos interesa.

Ahora si lo que realmente nos importa es protestar, si lo que  único que nos motiva es enumerar todas las cosas que la otra persona no hace como esperamos... podemos seguir quejándonos...

¿Cómo planteas las cosas? ¿Protestas o explicas lo que quieres?

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