lunes, 27 de septiembre de 2010

Merecido descanso

Necesito un descanso. Cuántas veces decimos esta frase. Cuántas prestamos realmente atención a lo que estamos diciendo. Descansar es una forma simple de reponer energías. Todas y todos necesitamos recuperar vitalidad de vez en cuando, recargar las pilas, descansar. 

El descando básico diario se asocia con dormir. Pero no siempre dormir es un descanso. Lo es si el cuerpo se relaja, DESCANSA, y se recupera. Si la mente libera pensamientos que nos preocupan, aliviando nuestras tensiones para despertar con las ideas maceradas. Que dormir sea un buen descanso dependerá de las condiciones de nuestro sueño.

Estan también los descansos pequeños. No sólo una pequeña siesta, sino descansar la vista unos segundos cerrando los ojos o mirando lejos; descansar el cuerpo con algunas respiraciones profundas, si realizamos un actividad física importante; descansar la mente poniendo atención en otra cosa, si estamos estudiando.
  
Pero hay otros descansos más sutiles. Como cuando necesitamos descansar de alguien o de una situación. Son descansos a veces difíciles de asumir o que puede resultar molesto reconocer.  Pero son tan regeneradores como un buen sueño. Descansar de un/a amigo/a. Descansar de los hijos, alejándonos de ellos un momento (un día, una hora, quince minutos, lo que se pueda). Descansar de los padres. Descansar de la pareja (Encuentro muy saludable unos pocos días de vacaciones independientes, aunque más no sea un fin de semana). Descansar para volver renovados, con más energía para compartir.  

Si nos acostumbramos a prestar atención a nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro estado de ánimo para reconocer cuando estamos necesitando un descanso y tomamos la decisión de respetarlo, es muy probable que comencemos a relacionarnos más sanamente con las personas y con las situaciones de nuestra vida cotidiana.

¿Descansas cuando lo necesitas?
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