lunes, 28 de junio de 2010

Se hace camino al andar

Cuando seas grande, cuando termines la carrera, cuando llegues, cuando logre bajar de peso, cuando aprenda bien la técnica, cuando gane X dinero, cuando me enamore...  ¿y mientras?

La mayor parte de la educación que recibimos nos moldea para permitirnos la gratificación sólo al llegar al final del camino. Sólo si llegamos, sólo si lo logramos, sólo si ganamos, podemos alegrarnos. ¿Y si no?

Recorrer el camino hacia algo es lo que nos sucede permanentemente, incluso si no sabemos hacia dónde nos dirigimos.  El esfuerzo, la aventura, el cansancio, la experiencia, la curiosidad, el goce de ir paso a paso por el camino es algo que lleva tiempo, la mayor parte del tiempo. La llegada es sólo un instante. Entonces, ¿por qué reservar el disfrute sólo para ese instante, que ni siquiera sabemos si llegará? 
Me parece muy bien alegrarnos de conseguir algo que deseábamos. Pero soy de la idea de que el recorrido también es importante (¿tal vez lo más importante?)  Por eso es interesante que andarlo nos signifique algo, o nos gratifique de algún modo, nos de alegrías, serenidad o placer de aprender. 

Vivimos en un mundo que adora el resultado -especialmente si es inmediato- y desprecia el recorrido. Pero yo creo que la vida es más un recorrido que un resultado.

¿Disfrutas el camino, el paso a paso? ¿O esperas con ansiedad el logro que te hará feliz?
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