lunes, 15 de marzo de 2010

Pequeñas variaciones en lo cotidiano

Hay un gran conjunto de actividades cotidianas que son rutinarias. Las hacemos casi sin pensar y a veces sin darnos cuenta. La propuesta de introducir pequeñas modificaciones en este tipo de cosas invita a volver a poner atención en lo simple, lo diario, lo habitual.
Se trata de cambios diminutos, que todos podemos hacer, pero que implican otra actitud sobre aquello que, al menos hoy, dejará de ser rutinario porque decido observarlo, decido prestarle atención y decido cómo hacerlo. Experimentar un cambio, una variación , una diferencia en la forma, nos abre el horizonte a la posibilidad de lo nuevo o incluso a descubrir que preferimos nuetra forma habitual.

Ir al trabajo tomando otro camino que el de costumbre
Cenar una comida que no es frecuente
Improvisar a la hora de condimentar la ensalada
Alterar el orden en que nos duchamos (¿empezar por la cabeza, por los pies, por los hombros?)
Combinar la ropa en una forma en que nunca lo hacemos
Poner música cuando solemos ver la tele
Desayunar té en lugar de café. O café en lugar de fruta y yogur
Hacerlo en el bar en lugar de en casa, o en un bar distinto al habitual
Leer una página al despertar en lugar de hacerlo al acostarnos
Cambiar la emisión de radio

Da igual lo que sea. Lo interesante es decidir modificar una rutina. Al menos una vez y ver qué pasa.  Tal vez no pasa nada, nada más importante que recordarnos que podemos hacerlo de otra manera, aunque nos guste más ésta.
Si siempre hacemos lo mismo la posibilidad de encontrar nuevas experiencias está acotada.
A veces olvidamos que las rutinas las establecemos nosotros y por lo tanto nosotros tenemos la posibilidad de modificarlas, aunque sea con un cambio dimiuto.
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